-Construís relaciones basadas en la confianza y la sinceridad.
-Hacés lo correcto, incluso cuando es difícil.
-Decís lo que pensás, y pensás lo que decís… siempre en el marco de la empatía y el respeto mutuo.
-No escapás de las conversaciones difíciles.
- Podés reconocer tus oportunidades de mejora y actuar en consecuencia.

-Buscás ser mejor día a día, empujando tus límites y alimentando una “sana inconformidad”.
-Estás atento/a a los detalles, haciendo foco en la calidad. Tus entregables hablan de vos.
-Tenés clara la diferencia entre un draft y un producto terminado.
-Considerás a la excelencia, un hábito

-Priorizás la necesidad del cliente ante lo que es “cool” o “trendy”.
-No reinventás la rueda.
-Buscás la opción más directa para alcanzar el resultado, sin dejar de ver el escenario completo.
-Presentás tus ideas y resultados de manera simple.
-Evitás complejizar para impresionar a los demás.

-Aportás ayuda e ideas desinteresadamente.
-Te comunicás en forma respetuosa, transparente y sin arrogancia.
-Reconocés que sos parte de un equipo y pedís ayuda cuando la necesitás.
-Escuchás los aportes de los/as otros/as sobre tu trabajo, sin tomarlo como algo personal.
-Entendés que todos/as estamos persiguiendo el mismo objetivo y podés -mostrar tus desacuerdos de manera pacífica.

-No te desentendes. Estás ahí cuando las papas queman para el equipo, sin importar el momento.
-Sos responsivo/a en todo momento.
-Das siempre el extra mile en forma proactiva, aun cuando tenés que salir de tu zona de confort.
-Cumplís con tus acuerdos y promesas, o ¡hacés un heads up!